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viernes, 18 de mayo de 2012

¿POR QUIÉN DEBEN VOTAR LOS PEQUEÑOS Y MEDIANOS EMPRESARIOS?



Este próximo domingo 20 de mayo son las elecciones nacionales y aún una parte importante de los agentes económicos (individuos y empresas) no han decidido por quién votar. En el caso de las empresas, el voto está normalmente supeditado a una valoración de las propuestas electorales, entendiendo que estos se inclinan casi siempre por aquel candidato que les asegure, por un lado, un clima de negocios estable que les permita competir en los mercados locales y, por otro lado, les garantice la implementación de políticas públicas que promuevan la expansión productiva y fomenten el desarrollo de la capacidad de exportar hacia mercados internacionales.

Así las cosas, los políticos deberían pensar que 610,000 micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) no son nada despreciables en un proceso electoral que amenaza con decidirse por un margen de votos relativamente pequeño.  Esto quiere decir que las MIPYMES pudieran estar decidiendo las próximas elecciones, sobre todo si tomamos en consideración que estas influyen en casi dos millones de empleados que allí laboran. Sin embargo, habría que preguntarse: qué haría que un micro, pequeño o mediano empresario vote por uno u otro candidato? La respuesta a esta pregunta la podríamos encontrar en un conjunto de políticas, medidas y acciones a las cuales el gobierno que surja debería comprometerse a fin de resolver los problemas ancestrales que las micro, pequeñas y medianas empresas han venido padeciendo.

Conociendo el comportamiento y la manera de pensar de los micro, pequeños y medianos empresarios, me atrevería a apostar que estos votarían por aquel candidato que proponga “poner a las MIPYMES en el centro de atención de la economía dominicana”, implementando políticas públicas para el acceso al crédito de largo plazo, para la mejora de la productividad, el desarrollo de la mentalidad empresarial y la creatividad, y el incremento de la competitividad. Esto sería realmente un cambio drástico del modelo económico predominante durante los últimos cuarenta años, y el cual no parece haber favorecido a las unidades productivas de menor tamaño relativo.

También, entiendo que las MIPYMES se sentirían bastante cómodas con un candidato presidencial que valore la estabilidad económica y, por vía de consecuencia, implemente políticas macroeconómicas que garanticen precios estableces, tasas de interés con vocación productiva, y tasa de cambio acorde con un entorno de negocios favorable. Esto enviaría un mensaje positivo a un sector productivo que como el de las MIPYMES es altamente vulnerable a las fluctuaciones de las variables macroeconómicas. En el mismo sentido, los microempresarios podían acudir a las urnas para votar por un candidato que sea capaz de garantizar un crecimiento promedio del Producto Interno Bruto por encima del 5.0% anual para los próximo cuatro años, lo que resulta cónsono con las expectativas planteadas en la Ley Orgánica de la Estrategia Nacional de Desarrollo.

De manera particular, sin embargo, los micro, pequeños y medianos empresarios serían capaces de votar por el candidato que proponga la eliminación del obstáculo que representa el débil acceso de los micro, pequeños y medianos empresarios a recursos de largo plazo, lo cual influye negativamente en las posibilidades que tienen estas unidades productivas de expandirse y de aumentar la producción. Actualmente, los Bancos Múltiples son más proclives a financiar la compra de una jeepeta del año que a otorgar un préstamo a un pequeño empresario para adquirir una máquina o equipo con la cual mejorar su producción. Obviamente, esta situación castiga la industria y promueve el consumo de corto plazo, sin que necesariamente esto ayude a mejorar el parque industrial dominicano y el empleo.

Pero los microempresarios, y también aquellos jóvenes y mujeres pobres que están interesados en iniciarse en el mundo empresarial, serían complacientes con aquel candidato que le asegure que va a disponer de una cantidad importante de recursos para prestárselo a tasas de interés bajas y estables, y con garantías flexibles. Por el lado de los pequeños y medianos empresarios, estos votarían masivamente por aquel candidato que sea creativo e invente fórmulas que mejoren el acceso a financiamiento, ya sea a través de figuras como el Fideicomiso, el Fondo de Garantía u otros instrumentos novedosos de intermediación bancaria.

Por igual, resulta cierto que los micro, pequeños y medianos empresarios se sentirían contentos con un candidato que establezca programas de apoyo para incentivar la mejora de procesos productivos y la productividad, fomentar la capacitación empresarial, identificar nichos de mercado a nivel internacional, promover las exportaciones nacionales e incentivar la competitividad. Esto debería incluir programas de acceso a insumo y factores de producción a precios competitivos, así como la revisión y adecuación de la cadena de valor en los procesos productivos de los diferentes subsectores en los cuales las MIPYMES se desempeñan.

Pero la alegría de las MIPYMES al ir a votar por un determinado candidato, sería más evidente si este plantea la transformación institucional del Consejo Nacional de Promoción y Apoyo a la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (PROMIPYME), a fin de recuperar la credibilidad perdida y de convertirla real y efectivamente en la entidad por excelencia que atiende las demandas de las unidades productivas de menor tamaño relativo.  Esto implicaría medidas extremas que lleven a despolitizar a PROMIPYME, que conduzcan a modificar el modus operandi de esa entidad, otorgándole prerrogativas que son de su competencia pero que no ejecuta. La transformación de PROMIPYME es esencial para un gobierno que quiera poner en el centro de las políticas públicas a las MIPYMES.  

Una contentura adicional que mostrarían los micro, pequeños y medianos empresarios al momento de ir a votar por un candidato, sería por aquel que se siente preocupado por apoyar la formalización de estos negocios, no solo para que puedan ser sujeto de crédito y acceder a los beneficios de los programas de apoyo que se implementen, sino también para que tengan una mejor relación con el Gobierno, tanto para las compras gubernamentales como para el pago de impuestos a la Dirección General de Impuestos Internos. Aquí el establecimiento de un impuesto único a las MIPYMES sería una tabla de salvación que 610,000 MIPYMES agradecerían. El deseo de votar de los microempresarios por un determinado candidato también aumentaría si este asegura resolver el problema de su inclusión en el Sistema de Seguridad Social, de modo que los propietarios y empleados de este tipo de empresas puedan recibir los servicios de salud pagando una cuota preferencial que no le afecte demasiado su flujo de caja.

La creatividad del candidato por el cual pudieran estar votando los micro, pequeños y medianos empresarios se pondría a prueba si este promete establecer un programa para motivar la generación de empleo productivo a través de las MIPYMES. La idea aquí es que el Estado cree un fondo de recursos a partir del cual se le retorne al empresario un porcentaje de los salarios pagados por las unidades de empleo creadas durante los últimos seis meses de cada año fiscal. Obviamente, se tendrían que establecer mecanismos e instrumentos que garanticen la transparencia y funcionamiento de esta iniciativa, a fin de que no se preste a tráfico de influencias y corrupción.

Otro elemento motivador para que un mediano, pequeño o microempresario vote por un determinado candidato, es si este se compromete a promover la Asociatividad Competitiva, a través de Clusters y otras formas asociativas. Por igual, las MIPYMES se motivarían a votar por un candidato que fomente la creación de nuevas empresas, el espíritu empresarial desde las escuelas, el emprendedurismo, la incubación y la aceleración de negocios, y cualquier otro mecanismo que siembre de pequeñas empresas toda la geografía nacional.

En definitiva, conociendo la idiosincrasia de los micro, pequeños y medianos empresarios, estoy plenamente convencido y absolutamente persuadido de que estos irían a votar masivamente por aquel candidato que le garantice que el Estado no los va a quebrar, que les va a pagar las deudas viejas que tienen con las entidades gubernamentales, que honrará su palabra de pagarles las deudas nuevas y que cumplirá con la Ley 488-08 que establece que las instituciones públicas deberán comprarles un porcentaje a las pequeñas y medianas empresas del país.


[1].- El autor es economista y especialista en proyectos relacionados con la pequeña y mediana empresa. 

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